¿Todo el tiempo tiempo de familia? Un “Día en la Vida”
El hijo de tercer grado se ha levantado temprano, un manojo de energía que quiere contarme todos los detalles de la salida de ayer con su amigo. Me encanta lo mucho que quiere charlar, pero sabe que ahora mismo es el momento de la lectura matutina: sagrado y tranquilo. Agarra un cómic para leerlo mientras yo termino mi plan de lectura Bíblico, y ya me contará el resto de los detalles durante el desayuno. Pero puedo notar su energía incansable cuando se mueve en su asiento. Esa inquietud le hará retorcerse durante toda su jornada escolar de "aprendizaje virtual"; casi rebotando contra las paredes para cuando termine la clase y pueda salir volando por la puerta a jugar.
Los adolescentes, sin embargo, definitivamente no se levantan demasiado temprano. Mi hijo e hija de 14 y 15 años se resisten a los despertadores, y nadie sabe qué es peor, si escuchar el sonido de la alarma cuando un durmiente no se mueve, o ser el padre que va a provocar que el oso se despierte. Una vez que emergen, los dos se disputan el espacio de la cocina para preparar el desayuno, pegándose entre ellos y a cualquiera que intervenga en sus provocaciones. La vida con los adolescentes puede parecerse a la desactivación de una bomba: hay que actuar con rapidez pero con mucho cuidado. El niño de tercer grado está en la cocina sólo para ver la acción. Ya está vestido, y además lleva la mochila y los guantes de boxeo. Su hermano le golpea con una espátula mientras se acerca a su espacio personal.
La clase virtual ha comenzado. El hijo de quinto grado accidentalmente puso jugo de naranja en su cereal, distraído mientras cocinaba apurado los huevos para conectarse a su clase virtual de las 8:00. Ahora está sentado en la mesa en medio de todo, con los auriculares puestos y el volumen alto, imperturbable ante el caos. Hace clic en " desactivar el silencio " para responder a una pregunta de la profesora y me asusto al pensar en el ruido que ella oye de fondo.
El día continuará con todos nosotros encerrados, trabajando, aprendiendo en casa; compartiendo espacio y cargadores de iPad, y luchando con la pila de migas que siguen apareciendo en el mesón. Todos tienen una pregunta para mí al mismo tiempo. El ping-pong de peticiones proporciona un flujo constante de sonido, y me temo ser parte Grinch, ya que todo el "ruido, ruido, ruido, ruido", me hace sentir tan gruñón como uno.
Más tarde, iré a dejar a la estudiante de secundaria a su práctica de deportes. Su papá la va a pasar a buscar cuando vuelva del trabajo, justo a tiempo para la cena en familia. No tendremos mucho tiempo ya que él tiene una reunión después de la cena, pero aprovecharemos de la mejor manera nuestro tiempo. Hemos compartido proximidad durante todo el día, pero ha sido agotador, ruidoso y apretado. Quiero terminar el día con tiempo de calidad, pero tiene que encajar en el poco tiempo que tenemos. Nos sentamos a cenar. Después de la ronda de reclamos cotidianos (lo siento niños, no podemos comer pizza todas las noches) disfrutaremos el tiempo en torno a la mesa. Probablemente habrán chistes del baño, derrames de líquidos...pero terminaremos el día con un momento de tiempo intencional juntos. Gracias Jesús que nos hiciste una familia. Un lugar seguro para establecernos, no importando lo que cada día traiga. Oramos para que bendigas este ¡hermoso desorden!